Cuando se llega a la carne y al hueso de la vida
y sólo queda la cicatriz inamovible
del arraigo
madurando su deterioro,
las caricias toscas
que petrifican
e imposibilitan la renuncia
transmutan en jugos concentrados,
en flores secas,
en café soluble
Cuando se llega
al meollo
allí donde escurren los humores más infectos
entre amaneceres de boca pastosa
y sobres de jabón individual
sólo permanecen
gemidos raquíticos
que quizá la muerte
arrulle
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escritos viscerales. No se ajustan a las reglas de la gramática. No insista.