Llena los oídos de avispas
La sangre
La piel.
O tal vez sí.
El miedo al deseo de silencio.
Y empiezo a preguntarme si valió la pena, en primer lugar, llenarme los ojos de oro.
No es un árbol. Es un brote escuálido que nunca sabrá de flores.
Como siempre.Monerías, para sentirte menos culpable.
O tal vez no, y eso es lo que realmente mata.
El miedo a la música.
Y los días pasan.
La espera me cierra la gargantaMe tira al piso
Y no me permito sentir
Ni equivocarme
Porque temo tu juicio
Y me miro a través de tus ojos
No sé por qué creí que esta vez iba a ser diferente.
Me aterra que lo adviertas.
No me rindo,
Te facilito la tarea de asesinarme
Y me invento tus heridas
¿Noción de otredad?Un barrilete es un carrete de hilo,
No los los colores que simulan bailar entre las nubes,
Ni el viento que lo mece,
Ni el sol que te obliga a correr la mirada
Por eso me nos corto con el cuchillo de la indiferencia,
Por eso canto para alargar la agonía
Cuando todo vuelve a su lugar
Se cierran las grietas.
Un segundo.
Y me aferro a eso para no morir.
Aunque ya no soy dueña de mí.
Ni eso.
Autómata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Escritos viscerales. No se ajustan a las reglas de la gramática. No insista.